Y hoy, viendo fotos de momentos borrosos, momentos que
habían quedados en el fondo de mi tintero pienso en qué puto momento todo se
fue a la mierda, en qué momento dices… este es el principio del fin, cuál fue
el puto momento donde di un portazo y corrí
en la dirección contraria y lo peor de todo… ¿qué fue lo que me hizo llegar a
ese extremo?
Pasan los días y mes tras mes parece que todo queda borroso.
No recuerdo cuales eran los motivos por los que dejé de hablar con alguien o ir
con cualquier otro, solo recuerdo que me cae mal, que no quiero saber nada de
su vida, que no debo acercarme, que no debo hablarle. Pero en el fondo y no tan
fondo de mi ser pienso, ¿y qué pasaría si hoy lo hiciese? ¿Qué pasaría si
volviese? Sería contradictorio, tanto
por lo que he renegado, criticado y olvidado durante algún tiempo, pero el
tiempo, que es tan gracioso y majo hace que con el paso de todos los días, solo
recuerdes lo bueno como si quisiese minimizar el problema y eso, a una dudas
infinitas como lo soy yo, no hace más que erosionar y sacar poco a poco mi
pequeño grado de culpabilidad que antes no existía.
El odio y el rencor dejan paso a la nostalgia y realmente
pienso si llegó a merecer la pena perder todo lo que teníamos, perder todo lo
que vivimos y lo que podríamos haber vivido.
Hoy pienso en si no podían haberse arreglado las cosas
sentándose a hablar, poniendo todas las cartas sobre la mesa, sacando todo lo
que nos amarga por dentro, todo lo que hace que al estar mal y venga de esa
persona irá todo a hacer daño, como si
únicamente por venir de ella, fuese para joder. Podríamos haber mostrado
nuestras cartas y luego decidir si nos convenía arriesgar o dejarlo pasar.
Fuimos cobardes, fuimos todo lo que un día prometimos no
ser, no perder.
Hoy, especialmente hoy, pienso qué fuimos y qué hemos
quedado.
Y a pesar de todo, no puedo evitar dar las gracias. Porque
creo que lo que siempre queda, al fin y al cabo, solo son los buenos momentos,
que para serte sincera, no es que hayan sido pocos.
Quizá estemos todavía detrás de esa puerta que cerramos,
pensando si girar el pomo o irnos definitivamente.