martes, 30 de octubre de 2012

Niños


Odio los patrones. Los márgenes sobre los que hay moverse. Derecha o izquierda. Blanco o negro. Y educados para seguir un fin y cumplir unos objetivos, las más altas metas a fuerza de aplastar o hacer todo lo que esté en nuestras manos, rozando salirse de lo ético si es necesario para poder conseguir esa aprobación social que te hace gozar y presumir de títulos que bien no significan que estés más preparado ni seas más inteligente que cualquier persona que te rodee.
Hay que luchar desde que entramos a la guardería por ascender, un curso tras u otro, siempre siendo los primeros, para gozar de becas y elogios que te ofrece poder ir en la cima. Todo dirigido a poder  ir a una universidad y ser el más competente de los médicos que salgan, de maestros, de ingenieros, físicos o matemáticos. El caso es que lo logres y no seas bueno, sino el mejor.
Y esto, esto que he dicho anteriormente es una auténtica mierda. Cuántas veces no he dicho que estudiaba música y me han respondido ¿y qué más? ¿cómo y qué más? ¿Acaso la música no es mucho más sacrificado y muchos más años que una carrera? Es un desprestigio el simple hecho de decir soy músico que causa en la persona que te lo oye decir, una seriedad que sólo quedaría que te dijese… qué pena y desperdicio, palmadita en la espalda y echar a correr.
“Sácate otra cosa, no vas a vivir de eso” es la frase que más se utiliza como respuesta y no sólo la música, sino también los bailarines, los pintores y demás carreras artísticas y, o bien te propones ser un auténtico genio, un Mozart o un Picasso que cause un antes y después para ganarte un cierto reconocimiento o más te vale tumbarte a morir.
Matamos la felicidad y la ilusión de los niños desde que empiezan a ser escolarizados, uno tras otro y día tras día, luchamos para que consigan estar sentados en una silla el mayor tiempo posible y arrancamos cualquier vestigio de creatividad que venga de ellos porque “no está en el temario”.  Y nosotros, cada uno de nosotros tenemos culpa de intentar crear copias exactamente iguales que los demás, una cadena de conocimientos inamovibles, vivamos el momento histórico que sea. Nos acomodamos pensando que no podemos hacer nada, pues la sociedad de conduce a ello porque es más fácil así expiar nuestras culpas. Conocimiento, matemáticas, lengua, físicas y químicas pero eso sí, música y plástica optativas.
La respuesta es que no creamos niños competentes sino inseguros, niños que no quieren ser niños porque quieren ser como los mayores, que dan más asco conforme pasan los años. Prueba de ello es que cada vez necesitamos más idiomas, más títulos, más masters y cursos de formación postgrado que no sirven absolutamente para nada.
Tenemos mucho más que aprender de los niños, que ellos de nosotros.
“Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.
Pitágoras
“De todas las personas, los niños son las más imaginativas. Se entregan sin reservas a todas las ilusiones”.
Milton