Tiene eso que te hace enternecerte hasta límite
insospechados. Como la película de amor que ves los domingos que te hace pensar
tú triste vida amorosa y suspirar como la bobalicona que eres, como los días
que te ríes sin ningún motivo, como las veces que te sientes fuerte e
invencible, como las veces que te ves hundida y sin fuerzas.
Tiene la posibilidad de sacar lo mejor de todos nosotros,
mientras que todo marcha según nuestros planes, pero también de sacar lo más
oscuro, nuestros mayores temores y desesperanzas, nuestro juego más sucio y
retorcido.
Tiene la virtud de hacernos fuertes pero también vulnerables
y quien no es capaz de amar a nadie, quien no es capaz de desear amor a los
demás, tiene un trágico y solitario destino. Y es que acaso, ¿hay algo en el mundo que no
se mueva por el amor? ¿Acaso la guerra de troya fue por ganar poder? ¿Acaso
Aquiles no fue derrotado por eso mismo?
Todas las películas nos lo demuestran, da igual cuan fuerte
sea el enemigo, poderoso y malvado, siempre el sacrificio que hace una persona
anteponiendo su vida a que la persona a la que quiere sufra, el amor por un
igual, el amor de una madre, el amor por
un amigo inseparable...
Me gusta Disney, me gustan las películas, porque el príncipe
siempre arriesga y lucha por lo que quiere, porque la princesa no teme
enamorarse, porque las madrastras y los enemigos siempre, siempre pierden.
Y que te digan...“Yo mataré monstruos por ti”