La amistad está
sobrevalorada. Y me da igual que me digan lo que quieran, lo está.
Hoy precisamente más que
nunca me he dado cuenta de que no conocemos realmente nunca a la otra persona
con la que compartimos algo más que risas sino también sábanas, que no
conocemos a la amiga que duerme pared con pared, porque... ¿verdaderamente
sabes lo que hacen? sabes lo que piensan? NO.
Y me da igual. O no. Pero
no deberían vendernos la moto ni regalarnos los oídos para que después la
patada sea más fuerte y dolorosa. No. No hay derecho.
No hay derecho de quien
más presume y alardea de algo que no es, termine dándonos la jugada más
rastrera y sucia que habrás vivido en tu corta vida. No es justo que debamos
quedarnos como tontas y lo peor, lo peor de todo, es que nunca sabremos toda la
historia. Nunca sabrás hasta qué punto eso llegó a ser cierto o no, quién
empezó, de quién fue la culpa. No tengo derecho a exigir nada, pero si se trata
de confiar en otras personas, que no me llamen loca cuando no confío ni en mi
sombra, que no me digan que soy callada y debería decir las cosas como las
pienso, porque... prefiero ser una persona que se reserve sus opiniones y
sentimientos y así, no daré jamás decepciones, al menos no tantas.
No confío, ni confiaré.
No volveré a caer. Y tú tampoco deberías hacerlo.
Y quien dijo que todo,
absolutamente todo en esta vida es mentira, se ha ganado aquí una fan incondicional.
"La verdad es, que nunca sabemos en quien podemos confiar. Aquellos más cercanos pueden traicionarnos. Y perfectos extraños pueden venir en nuestro rescate. Al final, la mayoría de la gente decide sólo confiar en sí misma. Realmente es la forma más fácil...de evitar quemarse".
"La verdad es, que nunca sabemos en quien podemos confiar. Aquellos más cercanos pueden traicionarnos. Y perfectos extraños pueden venir en nuestro rescate. Al final, la mayoría de la gente decide sólo confiar en sí misma. Realmente es la forma más fácil...de evitar quemarse".
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