martes, 4 de noviembre de 2014

Yo, mi, me, conmigo.

Creo que es hora de decir adios. Adiós a todo aquello que algún día nos hizo ser más débiles. Decir adiós a todo aquello que nos hizo desperdiciar momentos de felicidad en nuestra vida.
Dicen que para ser feliz necesitamos conocer la tristeza pero yo opino que también tenemos derecho a ser felices por un indefinido tiempo.
Creo que nadie tiene derecho a decirte cómo debes pensar, cómo debes actuar y cómo debes ser porque jamás te querrán por lo que eres, sino porque te han cambiado totalmente a cómo ellos han querido que seas. Y no hay nada más triste que eso.
Yo no pongo puntos suspensivos a la gente en mi vida, o eres un punto seguido o un final. ¿Para qué seguir con algo que ya está muriendo?
Si algo he tenido claro en mi vida, es que nunca tendré nada claro. Porque para mi, en eso consiste crecer, en hacerse preguntas y eso es algo que se me da realmente bien.
Creo que las personas que lo tienen todo claro en su vida, son las aburridas. Estables, pero aburridas.
Opino que dentro de mi caos llevo un orden y precisamente por no saber lo que quiero, lo tengo claro.
No quiero depender de nadie, que nadie me cambie, me juzgue, ni me haga dar explicaciones. Que nadie me exija, ni me frene.  Puedes seguir conmigo sabiendo lo que hay o marcharte. Yo no obligo a quedarse, ni a entenderme, ni a que me expliques, ni te justifiques. Voy a perseguir mis metas, mis sueños y no me importa si para ello tengo que soltar todo el lastre para seguir a flote.
Merece la pena arriesgar, merece la pena equivocarse, caerse y seguir adelante.


Llegó el momento de ser un poco egoísta. Yo, mi, me, conmigo.


"Nadie está a salvo de las derrotas. Pero es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños, que ser derrotado sin saber siquiera por qué se está luchando".