martes, 22 de mayo de 2012

Sueños

Somos jóvenes y deseamos. Todo el rato estamos soñando y deseando algo nuevo, cada segundo, cada minuto la lista de cosas que querrías hacer y decir aumenta por momentos.
La mía es tan larga que podría tirarme desde hoy hasta el fin de mis días intentando cumplirla, pero en realidad, me gustan así, mis sueños de cosas que haría y que probablemente nunca haré, pero de las que me siento feliz de recordarlas o tan solo con haberlas imaginado.
Me encanta soñar, supongo que porque ahí me atrevo a hacer o decir las cosas que en realidad nunca haría, pero es que son tan bonitos y tan importantes los sueños y las aspiraciones, que deberían enseñarnos a conocernos a nosotros empezando por ellos.
Creo que los sueños recogen las esencias de las personas, que son la primera piedra donde se asientan todas las demás cosas; sueños con la persona que te gusta, de tu futuro, tus temores y tus pesadillas, tus aspiraciones, cosas imposibles que descolocan y otros tantos que al despertar nunca recordamos.
Pero son especiales, siempre están ahí y a pesar de todo jamás nos abandonan. Soñamos despiertos, dormidos y nos pasamos el día entero imaginando cómo serían las cosas y deseando que pasaran tantas otras.
Los sueños están hechos para ser sueños, siempre, y no deben ser cumplidos. Deben seguir ahí, como parte inquebrantable de nuestra vida secreta, de la que nadie conoce. Otra cosa es conseguir tus aspiraciones y tus metas. Pero jamás deberíamos olvidarnos de ellos, ni cambiarlos por nada ni nadie.
 Los sueños, sueños son. Y son los que nos mantienen todos los días.

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